¿Qué es la sociología?




Hoy queridos amigos os presento mi centésimo artículo en Sociología Divertida. Parece mentira, ¡cien artículos ya!. Y para celebrarlo os propongo el primero que escribí nada más licenciarme en Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, hace ya nueve años. Lo hago porque me parece muy simbólico, porque es como cerrar un círculo.
Quizás  debería haber sido el primer artículo - y no el centésimo - del blog por dos razones. En primer lugar porque es la primera pregunta que debe hacerse un blog de divulgación sociológica, ¿qué es la sociología?, y en segundo lugar, precisamente por ser el primero que escribí como sociólogo. 
La razón de escribirlo en aquel momento fue el planteamiento de si sería capaz de explicar, después de cinco cursos en la Facultad, de qué va la sociología de un modo fácil, alejado de la jerga científica, de manera que todo lo mundo entendiera, empezando por mi mismo. En este sentido fue un escrito precursor de este blog.
Se publicó en la web de artículos sociológicos de Carlos Manzano  y lo he visto repetido por otros sitios de internet en España y América, incluso, hay una presentación en "prezzi" que se basa en él. Así que parece que ha tenido cierto predicamento por la red. Espero que os guste. Como decía entonces, imitando el grito del feriante que llama al espectáculo, "¡Señoras y señores pasen y vean!"


Introducción:
El arte de definir es asunto difícil, encontrar las palabras justas para que otros entiendan un objeto o un concepto no resulta algo baladí u obvio. Dentro de esta dificultad general, definir un objeto es más sencillo que definir un concepto. Un objeto tiene unas dimensiones, una función, un origen y un autor; un concepto abstracto es mucho más complicado, sencillamente porque sus límites y dimensiones, sus funciones, orígenes y autores son más difíciles – en general – de delimitar y describir y, sobre todo, más sujetos a discusión pública.

Cuando se define una ciencia o una disciplina académica se encuentra el “definidor” con el segundo tipo de definiciones, los conceptos, y claro – al no estar claros sus límites y propiedades y estar sujetos a debate – existe toda una literatura al respecto con múltiples acuerdos, disensiones y especulaciones.

Como consecuencia de todo esto y para abrir boca, parece sensato acudir primero a la hora de definir, a los héroes de la definición, a los diccionarios. Y entre ellos descolla, por méritos propios, el Diccionario de la Real Academia. Así, el término sociología, se describe en este diccionario del siguiente modo:
“sociología. Del lat. socius, socio, y -logía.
  1.  f. Ciencia que trata de las condiciones de existencia y desenvolvimiento de las sociedades humanas. 
  2. Ecol. Estudio de las comunidades vegetales en sí mismas o como parte del ecosistema.” 
Está claro que si uno no ha oído hablar de la sociología esta definición – me refiero por supuesto a la primera acepción - nos aproxima, nos dice que es una ciencia que estudia a las sociedades y su entorno. No está mal para empezar pero es notorio que la sociología es mucho más.

El siguiente paso podría ser examinar un diccionario de sociología, paradójicamente, estos diccionarios no la suelen definir directamente, sino que realizan la definición de su ámbito, del sitio en el que se encuadra, de sus escuelas y movimientos, de cada una de sus características. El problema aquí es que cada una de estas definiciones está separada en el espacio, dentro del libro, en función de la primera letra del concepto. De esta manera el ávido lector, que desea saber qué es la sociología, tiene que componer una especie de rompecabezas, lo que resulta trabajoso y tedioso. Del tal forma que uno se lleva la impresión de que estos diccionarios están pensados más para especialistas que tienen una duda puntual que para profanos que intentan hacerse una idea general.

Los libros de sociología general suelen dar una definición en su introducción, para posteriormente, desarrollar en el texto una completa visión de lo que es la sociología. Todo esto suena muy bien pero estos libros están dirigidos a estudiantes de los primeros cursos de sociología, o bien, a estudiantes de otras ciencias sociales afines que necesitan un primer vistazo exhaustivo a la ciencia sociológica. En cualquier caso, el fin para el que fueron escritos estos libros, que suelen ser textos muy largos, es la formación de estudiantes que serán en el futuro especialistas en la materia y no para ávidos lectores no especialistas que desean tener una idea concreta y rigurosa de lo que es la sociología.

La misión que me he encomendado al escribir este artículo es explicar lo que es la sociología en unas pocas páginas, de una manera rigurosa y rápida. A pesar de todo, al tratarse de un concepto, las ideas que a continuación describiré no están libres de discusión y opinión, y otros sociólogos podrían destacar otros aspectos o pensar que me he equivocado en mis planteamientos. 

Y ya, sin más dilación, comenzamos: Señoras y señores, pasen y vean.

Origen y una primera definición
La sociología nace como ciencia en un momento convulso, en una época de rápidos y bruscos cambios sociales, en la sociedad resultante de la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX. Esta revolución, en opinión de muchos autores, representó el cambio social más importante desde el paso de una sociedad cazadora, recolectora, nómada a una sociedad agrícola, sedentaria. Esto ocurrió allá por el neolítico hace unos 10000 años.

Estos grandes cambios sociales motivaron una mayor preocupación sobre las características de la sociedad, sobre la estructura social y sobre cómo se pasa de una estructura social a otra diferente por medio de los cambios sociales. A esta preocupación por la sociedad se le unió el hecho de la popularización, entre los pensadores, del método científico. De la fusión de ambos fenómenos surgió la sociología como ciencia independiente.

La sociología, por tanto, supuso  un intento de aplicar los esquemas del análisis científico a la realidad social humana. Con una característica principal, lo que caracteriza a la sociología en el contexto de las ciencias sociales es su alto nivel de generalidad, es decir, se ocupa de la investigación de la estructura y de los procesos de la sociedad en general. De ahí que sea normal leer una definición de la sociología como la que sigue: ciencia que se ocupa del estudio de las sociedades de modo completo. Aunque esto no resulte del todo cierto, la sociología también se ocupa de ámbitos más reducidos en una sociedad, sí nos permite una definición general que se corresponde en alto grado con la realidad.

Para no dejar cabos sueltos y definir esa parte oscura que queda en la definición anterior vamos a observar a la sociología desde distintos ámbitos que he denominado ejes de definición. 

El primer eje correspondería con las dos visiones principales de la sociedad: la visión estática y la dinámica.

Eje 1º Estructura y Cambio social
La persona que inventó el término “sociología” - Augusto Comte - considerado el primer sociólogo, dividió ya su “Física Social” – término que consideraba más justo para su recién inventada ciencia – en “Estática” y “Dinámica Social”. La primera comprendía el estudio de lo que hoy se denomina estructura social, consiste en la observación e investigación de la sociedad en un momento concreto, es decir, los distintos grupos sociales, las relaciones entre ellos, las estrategias sociales, las funciones que cumplen cada uno de estos grupos. Se trata de hacer una foto fija de un momento social. La otra perspectiva, el cambio social, es el estudio de los fenómenos que en el tiempo hacen variar el cuerpo social, las variaciones en los grupos, los cambios  en las relaciones entre ellos, lo que implica un cambio en las estrategias y en las funciones. Ambas perspectivas son complementarias y no se puede describir las sociedades sin un completo análisis de ambas.

Voy a poner un símil para dejarlo más claro. Los ingenieros al estudiar el comportamiento de una máquina la describen mediante diagramas de estados y transiciones, cada estado resulta de la observación en un instante t de los valores de las variables del sistema, asumiendo que los estados de la máquina son finitos. Esta perspectiva del funcionamiento de la máquina, estática, sería el estudio de su estructura. Pero la máquina, durante el tiempo, pasa a otros estados – el  t+1 por ejemplo - por tanto es necesario también el estudio de la transición de un estado al siguiente, cuáles son los valores de entrada y de salida, que cambian el estado del sistema y de sus variables internas. 

Del mismo modo los sociólogos estudian las variables sociales, parámetros sociales sujetos a cambio, variables dependientes si atendemos a su formulación matemática. Estudian qué variables cambian y en función de qué variables independientes lo hacen. Por poner un ejemplo de sociología electoral, puedo estudiar el valor de la abstención en elecciones diferentes y me da una perspectiva estática. Puedo del mismo modo analizar otros parámetros sociales, marcha de la economía, comportamiento de los partidos políticos, prestigio social de la política, nivel cultural, conflictividad social como variables independientes y estudiar el fenómeno de la abstención en el tiempo en función de éstos y otros parámetros.

Eje 2º. La Teoría Sociológica
La sociología ha acumulado con los años un gran cuerpo teórico en el que los clásicos, los llamados padres de la sociología ( Marx, Durkheim, Weber y otros) tienen todavía un gran peso y son de inevitable estudio por los sociólogos.  Posteriormente han realizado aportaciones a la Teoría Sociológica numerosos autores durante todo el siglo XX. Pero si analizamos la historia de la Teoría Sociológica con ánimo sintetizador podemos establecer dos grandes escuelas: el funcionalismo y todos sus derivados y la sociología del conflicto y todas sus manifestaciones. Y no nos costaría mucho trabajo etiquetar a la mayoría de los autores en una u otra escuela.

Según el enfoque funcionalista una sociedad puede entenderse metafóricamente como un organismo vivo que se compone de distintos órganos o estructuras cada uno de ellos con una función o funciones necesarias para que el organismo social pueda vivir. La sociedad es un sistema complejo cuyas partes “encajan” entre sí produciendo un equilibrio o estabilidad social.

Para la corriente principal del funcionalismo nuestras vidas están orientadas según la dirección que marcan ciertas estructuras sociales, entendiéndose por éstas pautas relativamente estables de relaciones sociales, por ejemplo, las relaciones familiares, las conductas ritualizadas, y otras, que implican comportamientos relativamente estables y predecibles. Así para Talcott Parsons, el máximo representante de este paradigma, la sociedad tiende al equilibrio y a la estabilidad. Pero para que puedan permanecer en el tiempo, las sociedades deben cumplir una serie de requisitos que denominó prerrequisitos funcionales como la adaptación al entorno, la satisfacción de los objetivos o la cohesión social entre otros.

Para los críticos del funcionalismo la idea de un orden natural en las sociedades no casa bien con las grandes variaciones que vemos entre distintas sociedades y, dentro de la misma sociedad, entre distintos momentos históricos. También se opina que se pone tanto énfasis en la estabilidad y el equilibrio social que se corre el peligro de olvidar la otra cara de la moneda: la desigualdad y el conflicto social.

Y es precisamente esta otra cara de la moneda, la que protagoniza el estudio de la otra gran corriente de la sociología, la sociología del conflicto. En este paradigma se agrupan las teorías sociológicas que analizan a la sociedad desde el punto de vista de la desigualdad, el conflicto y el cambio social. Se resaltan las relaciones de dominación que enfrentan a las diferentes categorías de personas y, en el ámbito internacional, a los conflictos entre distintas sociedades que compiten entre sí. Se analizan también las estrategias que emplean los dominadores para mantener su posición y de los dominados para intentar mejorar su situación.

Al hablar de sociología del conflicto es inevitable citar a Carlos Marx, cuyas ideas han ejercido una notable influencia en los autores de esta corriente hasta nuestros días. Se trata del Marx filósofo y sociólogo y no del revolucionario que tanta polémica levanta, hasta el punto de que muchos sociólogos norteamericanos reconocen que no han podido estudiar a Marx de una manera independiente; muchos de ellos se consideran “marxianos”, para evitar usar el término “marxista”, equivalente a “comunista” o “revolucionario”. Pero aparte de Marx hay muchos sociólogos importantes en esta corriente como Althusser, Dahrendorf y los miembros de la Escuela de Francfort.

Los críticos de esta corriente opinan que, al destacar tanto la desigualdad y el conflicto, dejan de lado aquellos mecanismos – como los valores compartidos y la interdependencia– que favorecen la paz y la cohesión social. Por otra parte, al poner en entredicho una sociología libre de valores y proponer objetivos políticos, se les reprocha que no se puede entonces decir que realizan una observación científica.

Si me preguntan a mi dónde me encuadraría, yo diría que en ninguna de las dos corrientes. Para mí son las dos útiles, si se trata de estudiar la estructura social en un momento histórico concreto yo creo que sería más bien funcionalista, pero si se trata de estudiar el cambio social, aplicaría los conceptos críticos de la sociología del conflicto.

Eje 3º Visión macro-micro
Aunque en el apartado anterior hemos descrito las dos principales corrientes de la Teoría Sociológica no hemos acabado del todo. Ambas corrientes de pensamiento entienden la sociedad desde una visión macroscópica, en términos de agregados, de generalizaciones abstractas. ¿En que lugar queda el individuo?.

De esta manera, desde los años ’50 del pasado siglo, se ha venido desarrollando un nuevo paradigma, el de la acción, esto es, el nivel de análisis ya no se centra en las grandes estructuras sociales sino en las interacciones cotidianas de las personas que van dotando de significado al mundo social que les rodea.

Dentro de esta visión microscópica de la sociedad destaca un enfoque denominado, el Interaccionismo Simbólico, cuyo máximo exponente es el filósofo norteamericano George Herbert Mead. Las reflexiones de Mead se centraron en explicar cómo las personas van construyendo su propia identidad y definiéndose a si mismas a través de sus experiencias sociales. Para este enfoque la sociedad es el resultado de las interacciones cotidianas de las personas, que van dotando de significado al mundo social que les rodea. Por supuesto no hay garantías de que este proceso de interacción continua haga que las personas terminen imputando los mismos significados al entorno en el que viven y, así, aún reaccionado de la misma manera, un policía puede hacer sentirse seguro a un individuo y nervioso a otro. De modo que la sociedad sería un mosaico de definiciones subjetivas y reacciones variadas. 

Otro enfoque importante que centra su atención en el individuo y que ha causado un gran impacto en la sociología de las últimas dos décadas son las teorías de la Elección Racional. Es un grupo teorías que se han tomado prestadas de la ciencia económica, que las usa para estudiar fenómenos como la acción colectiva o la conducta estratégica en instituciones y organizaciones.

Se parte de la proposición consistente en que la unidad de análisis sobre la que debe descansar la explicación sociológica es el individuo o más concretamente los cursos de acción que emprenden los individuos en función de sus intereses y prioridades. Con ello se sustituye la imagen sobresocializada del ser humano, según la cual, éste actúa en conformidad con los valores y normas sociales de los que resultan el consenso y  el orden social, idea ésta muy querida por los funcionalistas. En términos estrictos la acción racional de los individuos es el resultado de una evaluación de los costes y beneficios que entraña, de manera que, son capaces de priorizar las alternativas de que disponen. Decisión en la que cuentan con la información necesaria para ello. 

Pero esto en la vida real no es cierto, existe siempre un grado mayor o menor de información disponible y también es variable el número de alternativas posibles. De esta forma surgió la escuela de la Racionalidad Limitada, según la cual, los individuos disponen de una visión limitada del mundo en la que solo cabe un número reducido de alternativas de acción, eligiendo entre ellas las que le parecen más satisfactorias. 

Todas estas teorías que ponen el objeto de estudio en el individuo son un buen contrapeso a las sociologías de visión macro  Sin negar las estructuras sociales, las sociedades están constituidas por individuos, de esta forma proponen soluciones a ciertos problemas de análisis que desde una visión completa de la sociedad no se pueden alcanzar. Pero cuando la investigación social se centra en el individuo es fácil perder de vista la influencia de las variables sociales o estructurales en los fenómenos sociales.

Eje 4º. ¿Distintas aplicaciones o varias disciplinas distintas?
Yo tuve una profesora que decía que no se puede hablar de sociologías distintas sino de distintas aplicaciones de la sociología. Estaríamos entonces ante una única disciplina con múltiples aplicaciones.

En este sentido se pueden mencionar, entre otras, la sociología del conocimiento y de la ciencia, la sociología de la religión, la sociología de la educación, la sociología política y electoral, la sociología de la familia, sociología rural y urbana, sociología industrial, sociología de mercados y, aunque no se trata de sociología, podríamos citar la psicología social.

Todas estas áreas de la sociología tienen un objeto de estudio diverso pero comparten las técnicas y las formas. Todo es sociología como decía mi profesora.

Eje 5º. La sociología, ¿es una ciencia o una disciplina académica sin carácter científico?.
He postergado este debate, muy común en los libros de sociología, conscientemente. Simplemente porque yo no le doy personalmente la importancia que muchos autores le conceden. El que la sociología sea una ciencia o no lo sea, para mi, es un debate menor. Me preocupa más si la sociología es útil o no lo es.

Pero existe una mala conciencia colectiva en la mayoría de los sociólogos y una necesidad perentoria de demostrar que se trata de una ciencia tan ciencia como la física o las matemáticas. Algo que, por cierto, jamás se preguntan los físicos o los matemáticos, ellos no tienen la más mínima duda de que lo que ellos practican es una ciencia. Hasta el punto que en muchas facultades de ciencias ni siquiera se estudia filosofía de la ciencia, ¿para qué? dicen, y esto es otro error; porque para hacer algo - cualquier cosa – es menester saber qué se está haciendo.

Intentando ser lo más sucinto posible, el debate se plantea de la siguiente forma, todas las ciencias comparten un mismo método, el método científico. El ideal científico o, más bien, cierto ideal científico estriba en que las observaciones, las hipótesis, las tesis, las teorías y las leyes estén apoyadas o sustentadas en términos matemáticos. Pero por el objeto de estudio de las diversas ciencias muchas de ellas no disponen de una herramienta matemática que permita describir en esos términos los fenómenos observados. Y esto es precisamente lo que le pasa a las ciencias sociales, no es fácil encontrar una teoría matemática que encaje con los fenómenos que estudian – aunque cada vez más se encuentran campos como la Teoría de Sistemas o la Teoría de Juegos que tienen aplicación directa sobre el estudio del comportamiento social -, sin embargo, en el campo de la física por poner un ejemplo, es muy fácil. Al primer grupo de ciencias algunos autores lo denominan “ciencias blandas”, y a las basadas en las matemáticas las denominan “ciencias duras”.
Normalmente la conclusión escogida en los libros de sociología general es la siguiente, si en las ciencias sociales se aplica el método científico, es el uso de éste método y no las matemáticas, lo que hace que la sociología sea una ciencia.

Una variante de este problema es el que se plantea cuando se habla de los valores y la sociología. En la observación científica el observador no debe alterar las condiciones del experimento, un físico que estudia el choque de dos móviles se encuentra ajeno al experimento pues lo observa desde fuera y, por tanto, no altera de las condiciones del mismo. Pero un sociólogo observa los fenómenos sociales perteneciendo o formando parte de la sociedad, es como si el físico estudiara el choque de móviles montado dentro de uno de ellos. ¿Hasta que punto el sociólogo es independiente de los problemas que estudia?, ¿cómo se puede distanciar de los valores de su sociedad si forma parte de ella?. ¿Es posible entonces poner juntos los términos ciencia y social?.

El gran sociólogo Max Weber, era partidario de una sociología libre de valores. El sociólogo debía apartarse de los valores de su sociedad, debía hacer un esfuerzo por observar los fenómenos sociales desde la distancia, como el físico y los móviles. Muchos piensan que por mucho esfuerzo que se realice esto no es posible del todo. En el otro extremo se colocan los sociólogos de la Escuela de Francfort que opinan que el sociólogo ha de inmiscuirse en los problemas, proponen una sociología militante.
 
Este problema sobre los valores y la sociología para identificar si se trata de un ciencia o no, para mi es el argumento principal  que tienen los detractores de la sociología como ciencia.

Sobre este tema la mejor disertación sobre si la sociología es una ciencia la he leído en Durkheim, en su libro “las Reglas del Método Sociológico”, en el que realiza una identificación entre el concepto de la sociología como ciencia y el tratamiento de los hechos sociales como cosas susceptibles de ser estudiadas objetivamente. Propone un método sociológico de estudio cuyos rasgos distintivos son: 
  1. La sociología es independiente de toda filosofía, por lo tanto se trata de una aproximación científica 
  2. El método es objetivo, proviene del tratamiento de los hechos sociales como fenómenos dignos de estudio 
  3. El método que propone es exclusivamente sociológico, luego tiene autonomía respecto de las otras ciencias

Eje 6º. La sociología dentro de las ciencias sociales.
Es evidente que la sociología pertenece al núcleo de las ciencias sociales, al lado de la ciencia política, la economía, la historia, la antropología, la psicología y otras. Ciencias con las que comparte técnicas y métodos y con las que, en casos especiales pues los objetos de estudio están bien definidos, no se sabe muy bien dónde empieza la sociología y termina la antropología, o donde termina la ciencia política y empieza la sociología.

Eje 7º. La mirada sociológica
El sociólogo no mira a la sociedad como los demás. La perspectiva sociológica es una forma de pensar, una mirada crítica que pone en cuestión fenómenos en los que nadie repara. No nacemos con ella, se obtiene estudiando, leyendo a los sociólogos que no han precedido, pero no basta con estudiar, hay que saber preguntarse. Pero sobre todo, hay que tener en cuenta que nada es por casualidad, que existen razones profundas para que las cosas sean como son por muchos años que lleven instituidas y nos parezcan que forman parte del estado natural de la sociedad. Una vez establecido este principio, sólo hay que preguntarse: ¿quién?, ¿por qué? y ¿para qué? 

Conclusión
Hemos visto a la Sociología desde distintos puntos de vista, la hemos recorrido rápidamente durante sus, apenas, dos siglos de existencia, sabemos su objeto de estudio: la sociedad, su arma: la Teoría Sociológica, sus visiones: macro y microscópica, sus aplicaciones, su carácter científico, sus compañeras de viaje: las ciencias sociales y, por último, la forma en que el sociólogo observa o mira los fenómenos sociales. Como dije al principio de este artículo, otros sociólogos habrían destacado más algunos aspectos, y otros, habrían hablado de otros conceptos. Pero, aunque me dejo mucho, creo que - para mantener el equilibrio entre la necesidad de comunicar y el peligro de aburrir – no he de ir más allá en nuestro viaje.

Al llegar a este punto espero haber cumplido con mi objetivo inicial que era dar a conocer de manera clara y sencilla en qué consiste esta pequeña ciencia nuestra. En este propósito sigo a uno de mis maestros, el profesor José Félix Tezanos, cuando en su libro “La explicación sociológica”, escribe literalmente: “Al sociólogo generalmente se le exige mucho, pero se sabe poco de la ciencia que practica. Se espera que pronostiquen quién va a ganar las próximas elecciones, que proporcionen diagnósticos y soluciones a los problemas de la marginación social o del funcionamiento de los servicios sociales. Pero pocos ciudadanos saben exactamente qué es la Sociología y cómo trabaja el sociólogo. Por ello, la sociología es una ciencia que necesita ser explicada”

Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

A Esmeralda Ballesteros, mi profesora-tutora de Sociología de la Educación del Centro Asociado de la UNED en Madrid, que me enseñó a mirar como un sociólogo

Bibliografía
La explicación sociológica: una introducción a la sociología
José Félix Tezanos
2ª edición, 4ª reimpresión UNED Madrid 1998

Estratificación Social y Desigualdad
Harold R. Kerbo
5ª Edición Mc Graw-Hill Madrid 2003

Sociología John J. Mancionis y Ken Plummer
Prentice Hall Madrid 2005

Las Reglas del Método Sociológico
 Emilio Durkheim
 Editorial El Aleph 2000 www.elaleph.com

Licencia Creative Commons
¿Qué es la sociología? por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

¡Ejecutivos del Mundo Uníos!



En un mundo globalizado, ¿Existen clases sociales globales?

Flora Tristán

El lector avisado se habrá dado cuenta de que el título de este artículo es una variación de aquella otra frase de “proletarios del mundo uníos”. En realidad la intención que me guía a la hora de escribir estas líneas es analizar si la tendencia actual a la globalización de la economía lleva aparejada la globalización de las clases sociales. Al parecer, al menos en lo que se refiere a la clase corporativa, hay indicios de que si se está constituyendo algo parecido a una clase social internacional.

Pero el primer intento de constituir una clase social internacional lo llevaron a cabo, en la segunda mitad del siglo XIX, los representantes de la clase trabajadora a la hora de intentar organizar el movimiento obrero que surgía como respuesta a las condiciones penosas que imponía la Revolución Industrial. 

De hecho el lema “proletarios del mundo, uníos” aparecía en la portada de la primera edición del Manifiesto Comunista de Marx (1) y Engels (2) publicada en alemán en 1848 en la ciudad de Londres. Sin embargo, no fueron ellos los que acuñaron la frase sino que fue Flora Tristán (3) unos cuantos años antes en su folleto “La Unión Obrera”.


Primera edición del Manifiesto Comunista

Yo me acerqué a la figura de Flora Tristán gracias a la novela de Mario Vargas Llosa “El Paraíso en la otra Esquina”. Bello relato en el que Vargas Llosa fusiona dos biografías paralelas, la de Flora y la de su nieto, el gran  pintor francés Paul Gaugin (4).

Flora fue una escritora feminista, socialista e internacionalista francesa de origen peruano. Los reveses de la vida le llevaron a conocer de primera mano las miserias de la clase trabajadora lo que le empujó a participar activamente a favor de la emancipación de la mujer, de los derechos de los trabajadores y en contra de la pena de muerte, ¡en la primera mitad del siglo XIX!.

En “La Unión Obrera”, publicada en 1840, Flora presenta un programa socialista coherente que tiene, como principales puntos a destacar, la necesidad de los trabajadores de organizarse políticamente, la emancipación de los trabajadores unida a la emancipación de la mujer y el carácter universal de esta lucha. Y no sólo publicó el folleto sino que realizó giras por toda Francia exponiendo estas ideas y creando comités locales de la Unión Obrera, es precisamente en una de estas giras cuando fallece prematuramente por tifus en 1844.

Tristán tuvo mucha influencia en el pensamiento práctico de Marx y Engels. Marx diría de ella que fue una precursora de ideales nobles y dedicaron un capítulo de su libro, “La Sagrada Familia”, a Flora. Aunque Vargas Llosa no pinta en su novela como agradable el primer encuentro entre Marx y Tristán.

Lo cierto es que tanto en la obra de Tristán como en la de Marx y de Engels está la idea del internacionalismo proletario, la idea de que la opresión de la clase trabajadora no conocía de fronteras.

Bajo este paraguas ideológico se constituyeron a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX diversas organizaciones internacionales de trabajadores. La primera internacional, la AIT, se constituyó en 1868, cuyas cabezas eran Marx y Bakunin (5). La segunda internacional en 1876 se crea como escisión de la primera por los conflictos entre anarquistas y socialistas. La tercera internacional – la comunista o Komintern – surgió hacia 1920 como escisión de la segunda por el nacimiento de los partidos comunistas a partir de la Revolución Rusa y por las disensiones que se produjeron entre las diferencias de posición de los partidos socialistas nacionales ante la Primera Guerra Mundial; la tercera internacional acabó siendo un instrumento político de la Unión Soviética, sobre todo en década de 1930 con el estalinismo en todo su esplendor. La cuarta, fue la trotskista (6), muy perseguida por los anteriores. Y aún hubo más internacionales (7) pero no merece la pena alargarse en esta historia pues fueron de importancia menor. Puestas así las cosas, no es de extrañar que el himno tradicional de los partidos de izquierda se llame “La Internacional”. 

Este movimiento obrero internacional constituido por todas estas internacionales que se fueron acumulando con los años, actuaron y difundieron ideas por las clases trabajadoras nacionales. Protagonizaron movimientos de solidaridad muy importantes y coordinaron esfuerzos en la lucha contra las clases dominantes de los distintos países – todavía éstas, divididas por las fronteras y ocupadas en la dominación de sus respectivas economías – que facilitaron la consecución de las conquistas sociales, desde la jornada de ocho horas a las vacaciones pagadas, de las que disfrutamos hoy en día y que, como biznietos mimados, miramos como si estuvieran ahí desde el momento de la creación del mundo.

Sin embargo nunca se pudo hablar de una clase trabajadora internacional. Quizás porque estas organizaciones se crearon “desde arriba”, no fueron movimientos espontáneos que surgieron desde organizaciones de base. Quizás porque se tuvieron que crear sucursales nacionales - el PSOE en España se fundó por el delegado de la AIT en Madrid, Pablo Iglesias (8) – para poner en práctica las políticas de defensa de la clase obrera en los Estados nacionales. Quizás porque la economía de los distintos países era distinta, muy lejos de los niveles de integración que se dan actualmente,  y los problemas de sus clases trabajadoras también distintos. Quizás porque las comunicaciones no eran como son ahora y los transportes eran lentos e incómodos. Quizás porque la Internacional Comunista seguía al pie de la letra los dictados de Moscú. Quizás porque después de la Segunda Guerra Mundial el Estado del bienestar desmovilizó a las clases trabajadoras. O quizás por todas estas razones al mismo tiempo. Sea como fuere, el viejo sueño de Flora de “unidad universal” no llegó a plasmarse.

¿Y ahora qué?, el mundo ha cambiado mucho. La globalización avanza, muchos problemas sociales desde la pobreza hasta el medio ambiente son problemas globales que sólo admiten soluciones globales. Hay una economía global y podemos hablar de una cultura global, así que es lógico que nos preguntemos si hay clases sociales globales.  Y ante esta pregunta parece que hay consenso en responder que existe una clase corporativa internacional formada por los directivos de grandes empresas multinacionales. Entonces,  ¿se ha cambiado el lema de Flora Tristán?, ¿hemos de sustituir proletarios por ejecutivos como hemos hecho en el título?.

En opinión de Harol Kerbo (9) para estudiar bien esta cuestión debemos examinar tres aspectos. En primer lugar debemos establecer los indicadores de la existencia de esta clase y el grado de  unidad entre los individuos que la conforman, es decir, si tienen conciencia de un “nosotros” y si le deben más lealtad – por ejemplo - que a su origen nacional. En segundo término, debemos estudiar si existen instituciones de clase para mantener su control sobre la economía y su poder político. Y, por último, sobre las relaciones de poder de la clase corporativa y las clases inferiores.

Hay que advertir que apenas se ha investigado sobre la existencia y el poder que atesora una clase corporativa global. Kerbo cita el trabajo de Robinson (10) y Harris (11). Estos autores afirman que las corporaciones transnacionales y el proceso de producción son tan globales hoy en día que ha surgido una clase corporativa que no es leal a ninguna nación. De hecho, según estos mismos autores, el Estado nacional ya no es un factor relevante en la actual globalización del capitalismo; señalan que los capitalistas de las naciones ricas interactúan mucho y comparten posiciones e intereses multinacionales. Esta unidad se refuerza por el aumento de las fusiones entre grandes empresas transnacionales creando más intereses comunes y unidad de clase.

Siguiendo con el razonamiento de Robinson y Harris, esta clase corporativa global recibe de ciertas organizaciones internacionales el apoyo institucional suficiente como para proteger sus intereses de clase. Entre estas organizaciones citan el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Trabajo, la Cooperación Económica Asia-Pacífico y el Foro Económico Mundial.

Todos estos indicios son ciertos, Robinson y Harris no dicen tonterías, pero el problema estriba en que, si bien hay consenso sobre la existencia de una clase corporativa internacional,  no todos los científicos sociales están de acuerdo en el grado en que estas proposiciones son ciertas.

En primer lugar, se dice que el Estado nacional ha perdido importancia pero, en el estado actual de las cosas, no es insignificante. En opinión de Kerbo, si todos los Estados fueran como los Estados Unidos, dónde la clase corporativa ha llegado ha dominar las estructuras del Gobierno, la afirmación de que el Estado nacional no es relevante tendría sentido. Afirma que la clase corporativa estadounidense ha tenido tanto éxito en el dominio  de las clases inferiores gracias a su influencia en el sistema político de su país y, por ende, en el de otras naciones industriales. Pero, en su opinión, los gobiernos de países como Alemania y, sobre todo Japón y otras naciones asiáticas, todavía disponen de un Gobierno nacional que restringe más la libertad de sus clases corporativas. No obstante también hay que señalar que, desde que Kerbo escribió su libro, el movimiento ideológico internacional a favor de la desregulación de los mercados y de recortes sociales se ha intensificado, la búsqueda del Estado mínimo se ha incrementado.

Esta pujanza de la clase corporativa estadounidense hace que sean los ejecutivos de ese país los líderes de la clase corporativa global, en palabras de Kerbo, esta clase habla en inglés pero con acento norteamericano.

Los ejecutivos de las multinacionales tienen diferencias culturales y todavía se identifican con su país de origen con distinto grado de nacionalismo. El mismo Kerbo pone en duda de que los ejecutivos norteamericanos, europeos y japoneses – que son los que engrosan en mayor medida las filas de las corporaciones multinacionales - tengan conciencia de “un nosotros”, es decir, usando términos marxianos, que tengan conciencia de clase, por encima de conciencia nacional por ejemplo. Yo, que no conozco a muchos ejecutivos internacionales y puedo estar equivocado, pienso que quizás tengan más conciencia de pertenencia a una empresa que de pertenencia a una nación o a una clase social global, pero eso no significa que carezcan por completo de conciencia de clase. Verse en las salas VIP de los aeropuertos une mucho.

Estas diferencias culturales se han puesto de manifiesto en las fusiones de grandes empresas multinacionales de distintos países. Muchas operaciones de este tipo han acabado en fracaso por problemas prácticos derivados de esta clase de diferencias a la hora de contemplar la economía, el trabajo y los mercados. Al final, han tenido mayor éxito las absorciones, en las que se ha impuesto el estilo de los compradores, que las fusiones, en las que en muchos casos no se ha conseguido una cultura empresarial común.

La existencia de una clase global implicaría una dinámica de clases, es decir, una forma de relacionarse con las otras clases sociales. Pero al no existir como tales, otras clases a nivel global, la clase corporativa internacional no ha entrado en conflicto con las clases trabajadoras de los países industrializados sino que esa gestión la llevan las clases corporativas nacionales directamente. En cambio, si han entrado en conflicto con los intereses de los pueblos de las naciones menos desarrolladas. Un puñado de naciones ha logrado proteger los intereses de sus pueblos frente a las demandas de las corporaciones multinacionales. Este tipo de conflictos los veremos cada vez más.

Podemos por tanto concluir que existe una clase corporativa internacional, que se ha ido creando al socaire de los procesos económicos globales que se han ido desarrollando durante los últimos años. Esta clase surge del contacto y de las relaciones entre empresas transnacionales, no ha sido un proceso dirigido desde arriba como pasó con el movimiento obrero internacional. Las barreras culturales y los intereses nacionales todavía limitan el desarrollo de una conciencia de clase, parece que nos hallamos en las fases iniciales del proceso pero también parece que es una tendencia clara de futuro en un mundo que se nos hace cada vez más pequeño y más igual, que no más igualitario. Nadie lo ha voceado ni lo ha escrito en un manifiesto, pero parece que alguien ha modificado el viejo lema de Flora Tristán y anda por ahí gritando en voz baja: ¡Ejecutivos del mundo uníos!.


Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo


Notas:

  1. Para mayor información acerca de Carlos Marx y el manifiesto comunista pulsa aquí
  2. Para mayor información acerca de Federico Engels pulsa aquí
  3. Para mayor información acerca de Flora Tristán pulsa aquí.
  4. Para mayor información acerca del pintor postimpresionista francés Paul Gaugin nieto de Flora pulsa aquí
  5. Miguel Bakunin fue un teórico anarquista ruso, para mayor información acerca de su vida y obra pulsa aquí
  6. Para mayor información acerca del trotskismo y Trotski pulsa aquí
  7. Para mayor información acerca de las internacionales:
·         Primera Internacional 1864-1876
·         Segunda Internacional 1889-1916, socialista o socialdemócrata
·         Tercera Internacional 1922-presente, denominada también InternacionalComunista o Komintern
·         Segunda internacional y media
·         Cuarta Internacional, trotskista
·         El himno LaInternacional
  1. Pablo Iglesias Possé fue el fundador del Partido Socialista Obrero Español. Para mayor información acerca de su vida pulsa aquí
  2. Harol Kerbo es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la California State Politechnic University (CalPol). Para más información pulse aquí
  3. William Robinson es profesor de sociología en la Universidad del Estado de California en Santa Barbará, para más información pulsa aquí
  4. Jerry Harris es profesor de historia en la Universidad DeVry de Chicago autor de numerosos trabajos sobre globalización


Bibliografía:

 
Estratificación Social y Desigualdad
Harold R. Kerbo
MCGraw-Hill
Madrid 2004 5ª edición

El Paraíso en la otra Esquina
Mario Vargas Llosa
Alfaguara
Madrid 2003

Wikipedia en inglés y español

Licencia Creative Commons